Pagos de Valcerracín

Esta es una historia de idea y vuelta: la de esas familias de emigrantes que fueron en busca de un futuro mejor, y la de esas otras que volvieron para cumplir los deseos de sus abuelos. [break]

El abuelo Serafín había sido viñador en los pagos de Peñafiel hasta que un mes de mayo decidió coger las maletas con su mujer María y viajar a Argentina.

Desde entonces han pasado más 110 años. En Argentina comenzó una nueva historia en su vida, en la que también estaba presente la elaboración de vinos. Un día, mientras escuchaba la radio en Mendoza, donde vivía y elaboraba sus vinos, con la luz de la cordillera de los Andes entrando por la ventana, escuchó la voz de un poeta argentino que vivía en España.

"El abuelo un día cuando era muy viejo..." recitaba el poeta. En ese momento llamó a sus nietos y les dijo: "Quiero irme cuando me vaya, con la promesa de que volverán al viento del norte de mi España y que en esos viejos pagos harán vino con la misma luz que yo los hice aquí. ¿Pueden prometerlo?".

Actualmente son la tercera y la cuarta generación las que están en Peñafiel cumpliendo la promesa del abuelo. Sus nietos viñadores son quienes están hoy tratando de mostrar al mundo su interpretación de la esencia de Ribera del Duero. 

Fundada hace casi treinta años, Pagos de Valcerracín se ubica a los pies del castillo de Peñafiel, en un pago de características únicas y singulares que tratan de mostrar en su gama de vinos tintos de Tempranillo.

Además de la bodega en Peñafiel, los herederos del abuelo Serafín mantienen también un proyecto vinícola en Argentina, donde desarrollan y continúan la labor que ya comenzó su antecesor.